Ecuador Turístico: ¿Fiesta Nacional o Potencial Dormido?
Una Mirada Crítica a los Feriados a Través de las Cifras (2015-2024)
Estimados lectores, empresarios, visionarios del sector turístico, observadores de la economía nacional. Tenemos ante nosotros una década de cifras frías, desgranadas feriado a feriado, año tras año, cortesía del Ministerio de Turismo de Ecuador. Son tablas, porcentajes, millones de dólares y de viajes. A primera vista, narran una historia de actividad, de dinamismo. El feriado llega, la gente se mueve, gasta, las camas se ocupan, aunque sea por un suspiro. Pero, si rascamos un poco la superficie de esta contabilidad oficial, si nos permitimos una mirada crítica y reflexiva, quizás descubramos que detrás del aparente movimiento, se esconde un potencial inmenso que no termina de florecer, una fiesta que parece quedarse a medio tono. Este compendio estadístico de 2015 a 2024 no es solo un registro histórico; es un espejo implacable que nos obliga a preguntar: ¿Estamos maximizando la oportunidad que nos brindan nuestros propios feriados nacionales?
El Pulso de una Década: Altibajos y Constantes
Las cifras totales anuales dibujan una curva interesante. Vemos picos robustos pre-pandemia, superando los 460 millones de dólares en gasto turístico en 2017 y 2018. Luego, el abismo de 2020 y 2021, donde el sector se desmoronó, reduciendo el gasto a menos de un tercio en el peor momento. La recuperación ha sido un esfuerzo encomiable, con 2023 marcando un nuevo récord aparente en gasto total (544 millones de dólares). Sin embargo, el 2024 muestra un retroceso, quedándose en 427 millones, por debajo incluso de algunos años pre-pandemia. Los "Miles de viajes" siguen un patrón similar: un auge, una caída libre y una recuperación parcial que no alcanza la vitalidad de años como 2017 (8.4 millones de viajes) o 2018 (7 millones), con 2024 registrando 6.6 millones.
Estos datos nos dicen algo obvio: la actividad turística durante feriados es resiliente, ligada intrínsecamente al calendario cívico y religioso. Pero también nos susurran una preocupación: ¿Es esta recuperación lo suficientemente sólida? ¿Estamos volviendo a un patrón de estancamiento, o peor, de declive, una vez superado el shock inicial?
La Crítica al Detalle: Días Cortos y Camas Vacías
Adentrémonos en las entrañas de la tabla, feriado a feriado. La "Ocupación" general se mueve en un rango sorprendentemente modesto, promediando alrededor del 40% la mayoría de los años, con caídas drásticas post-pandemia (29% en 2020). Incluso en los mejores años y feriados, rara vez supera el 55-56%. ¿Qué significa un 40% de ocupación en fechas supuestamente pico? Para el empresario hotelero, significa que seis de cada diez camas están vacías. Es un modelo de negocio que sobrevive, sí, pero que está muy lejos de capitalizar plenamente la infraestructura existente. ¿Es falta de demanda real? ¿Es la oferta inadecuada? ¿Son los precios (la "Tarifa promedio", que sube gradualmente) un factor disuasorio?
Pero quizás la cifra más reveladora, y francamente desconcertante, sea la "Pernoctación promedio". Año tras año, feriado tras feriado, se mantiene anclada en un promedio general de 1.1 a 1.3 noches. ¡Menos de dos noches! Esto es crítico. Si la gente viaja, pero se queda tan poco tiempo, el impacto económico por visitante se diluye enormemente. Un turista de fin de semana largo apenas raspa la superficie del gasto potencial. ¿Por qué la prisa? ¿Refleja esto una infraestructura de transporte que dificulta viajes más largos? ¿Una falta de productos turísticos (circuitos, experiencias temáticas) que incentiven estancias prolongadas? ¿O simplemente un hábito cultural arraigado de "escapadas" cortas?
La Misteriosa Ausencia del Foráneo (en Alojamiento)
Observemos ahora la columna "Extranjero.." bajo "Participación huéspedes en alojamiento". Los primeros años, 2015 y 2016, muestran un 0% o muy bajo porcentaje. En años posteriores, aumenta, llegando a promediar un 10-15%. Mientras tanto, el "Nacional.." domina con un abrumador 85-100%. Si bien es natural que los feriados nacionales impulsen principalmente el turismo interno, un sector turístico vibrante aspira a atraer visitantes de alto valor, a menudo extranjeros, que suelen tener estancias más largas y mayores gastos.
¿Es que el feriado nacional ecuatoriano no es atractivo para el viajero internacional? ¿O es que este viajero, si llega, no se aloja en los establecimientos que capturan esta estadística? Esta anomalía inicial del 0% es un enigma estadístico que invita a la desconfianza o, al menos, a una explicación detallada. Pero, incluso aceptando las cifras posteriores, el bajo porcentaje de participación foránea en el alojamiento durante estos picos de movimiento *nacional* sugiere una desconexión. ¿Estamos comunicando la riqueza cultural y natural de Ecuador de manera efectiva al mercado internacional para que coincida con estas fechas de alta actividad doméstica? ¿O simplemente estamos resignados a que el feriado sea una cosa de "casa"?
El Caso del 9 de Octubre de 2019: Un Punto Fuera de la Curva
Finalmente, no podemos ignorar anomalías puntuales que rompen la tendencia. El feriado del 9 de Octubre de 2019 es un ejemplo dramático. Comparado con el gasto de 44 millones en 2017 o 35 millones en 2018, 2019 registra apenas 10 millones de dólares y 116 mil viajes, una fracción minúscula. ¿Qué ocurrió ese año? (Nota: En octubre de 2019, Ecuador experimentó fuertes protestas y conmociones sociales). Las cifras, frías como el acero, nos muestran el impacto devastador que la inestabilidad política y social puede tener en la actividad turística, haciendo trizas las proyecciones y los esfuerzos de promoción. Es un recordatorio brutal de la fragilidad del sector ante factores externos.
Conclusión: Más Allá de las Tablas
Estas tablas son más que números; son el reflejo de un sistema turístico que funciona, sí, pero que opera con el freno de mano puesto en varios aspectos clave. Una pernoctación promedio de poco más de una noche no es sostenible para construir un sector robusto y generador de empleo de calidad. Una ocupación del 40% en feriado nacional es un llamado de atención sobre la necesidad de ajustar la oferta, diversificar los atractivos o repensar las estrategias de captación. La baja, aunque creciente, participación del huésped extranjero en alojamiento durante estas fechas pico es una oportunidad perdida.
Para un público de negocios, el mensaje es claro: la actividad existe, el dinero circula, pero el potencial de crecimiento exponencial, de transformación del sector en un verdadero motor económico, sigue largamente sin explotar. No basta con registrar los viajes; es imperativo alargar las estancias, aumentar la ocupación de manera significativa y, sí, atraer a ese visitante extranjero que busca experiencias auténticas y está dispuesto a invertir más tiempo y dinero. Las cifras están ahí, testarudas, señalando el camino. La reflexión crítica debe llevarnos ahora a la acción estratégica. El feriado nacional puede y debe ser una fiesta económica, pero para ello, necesitamos mirar más allá de la superficie y abordar las constantes que limitan nuestro verdadero despegue turístico.